JG

Viernes 18 de marzo de 2011 a las 10:18, recorriendo el trayecto de la puerta del galpón hasta la vereda donde estaba mi tío que requería mi ayuda, llegaba un mensaje con la maldita noticia que me tendría por una parte un poco contento por vos, ya no tenias que sufrir más, pero a la vez pésimamente mal. Dejaste con un hueco bastante prominente (yo diría un hoyo negro) a una persona que aunque te retaba muchas veces y te daba chirlos siempre te caratuló como su hijita. Fuiste muy obediente, nos diste un par de tristezas y muchas muchas alegrías, estuviste entre nosotros parte de mi niñez y casi toda mi adolescencia, ningún problema de los que tuviste te impidió ser feliz y hacernos feliz, más a la viejita que ayer dejaste sola. Cuando te di mis ultimas caricias antes de llevarte al que ahora es tu lecho para siempre, reviviste en mi, momentos inundaron con su amplio caudal mi mente y no pude resistirme a hacer pucheros, pero no podía llorar tenia que ser fuerte para apoyar a tu "madre", no quería dejarte ahí, quería que volvieras a sentarte al lado de la puerta bien al sol, donde pasabas horas hiciera el calor que hiciera. Realmente te agradezco todo lo que nos diste, y todo lo que la acompañaste en este tiempo que estuvo sola, siempre vas a vivir en mi, en mamá y en la abuela (más en esta ultima) fuiste y siempre vas a ser una más de la familia. Yo no entiendo como mucha gente puede odiar a seres como vos, pero ese ya es otro tema. No comprendías mucho de nosotros, pero a la vez entendías todo. Te amé demasiado, tanto como para estar derramando lagrimas.